lunes, 6 de marzo de 2017

Partido Popular: política transgénica.
Moncho Rouco*
El presidente en funciones y candidato del PP grabó un vídeo desde la sede del Gobierno en el que asegura que su partido apuesta por "la concordia" y la "España moderada". Son incapaces de separar lo público de los intereses partidistas, lo tienen entrelazado, figura en su ADN modificado por un dopaje masivo desde su creación, sucesor de aquella Alianza Popular preconstitucional. El Partido Popular se ha convertido en un transgénico político. Su fatiga está diluida por los chutes de Corruptina. Una prueba más del corralito Popular con las instituciones públicas. Para colmo del cinismo político, los nuevos cachorros elegidos para distraer en los medios de comunicación, hablan de su partido en tercera persona del plural como si todo aquello no fuera con ellos. Son hijos de la ira y la codicia de la derecha que atravesó la transición de perfil, tapándose la nariz y sus partes intimas.
El Partido Popular, una organización mafiosa


El PP utilizó la corrupción para presentarse a las Olimpiadas Democráticas dopados hasta límites nauseabundos. La línea de salida era diferente a la de sus rivales, estaba adelantada con respecto a los demás y su recorrido hasta meta era controlado con un cronómetro trucado. Sin temor a equivocarnos, son los Ben Johnson de la política española. ¿Hasta cuándo permitiremos participar a estos tramposos en las elecciones? Siendo conscientes de que el voto conservador es fiel y deposita la papeleta al salir de misa de 10, no es menos cierto que su fidelidad pasa de ser un problema de ética personal, a contaminar lo público y afecta a las mayorías modificadas por la confluencia del voto dopado por la corrupción.

Capo di tutti capi
Según desveló la Cadena Ser, más de 30 millones de euros fueron obtenidos por el empresario José Adolfo Vedri, mediante adjudicaciones amañadas por instituciones públicas valencianas durante gobiernos populares. Este empresario fue detenido dentro de la Operación Paula, una más y van tantas operaciones que la aritmética se ha quedado corta. El denominador común siempre es el 3 % para cajas B del partido. Hablan de 5 cajas, acabaremos descubriendo que coparon el alfabeto, al pasar de la B a la C y así hasta el final. Tres eran tres, las empresas presentadas, tres eran tres y ninguna era honrada… las tres eran de Vedri. Hablan de delito electoral, ¡a buenas horas mangas verdes! Algunos llevamos años clamando en el desierto ante evidencias palmarias. Seamos claros, unos pretenden hablar de “causas separadas”, cuando la realidad nos habla de una CAUSA GENERAL contra una organización criminal, en forma de partido político, creado para delinquir utilizando las instituciones del Estado. 

Panamá marca la pauta de estas semanas, cual maniobra de distracción para desviar la atención de Suiza, Andorra, Valencia, Madrid, etc. Poner el foco informativo sobre un país y su canal es desviar la atención sobre otros casos sin amortizar. No hay focos para tantos casos y el espectador queda deslumbrado por el último flash. Los grandes encubridores de delitos electorales, cuentan con la “memoria de pez “de los ciudadanos que no son capaces de retroceder más allá de la penúltima noticia, con el riesgo de que acaben diciendo que todos los partidos son iguales y sigan discutiendo sobre quién ganará la liga.
Moncho Rouco
Arquitecto Técnico


Publicado el 10 de Mayo de 2016 en 
                  Nueva Tribuna y La Opinión de Tenerife

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