De este tío no me fío
Moncho Rouco
La Historia está plagada de episodios relativos a pueblos
sometidos a opresión y pobreza, que reaccionan buscando desesperadamente un líder en el que poder depositar sus temores y
los guíe al encuentro de aquella tierra prometida, que el anhelado maestro dice
conocer. La misma Historia nos habla de pueblos engullidos por las aguas de un
Jordán cualquiera, que hizo de río y no de milagro.
En la Facultad de Políticas de la Universidad Complutense
de Madrid ocurrieron unos acontecimientos que dentro de lustros sus futuros
alumnos deberán estudiar en el apartado de “Movimientos de masas”. Un alumno
aventajado, Pablo Iglesias, comenzó a
dar clases como Profesor de Ciencias Políticas,
iluminó las aulas y ocupó el liderazgo en los pasillos con sus discursos
apocalípticos, anunciando el final de un sistema y el advenimiento de otro
nuevo, que nunca explicó. Al tiempo, en otras aulas impartían clases Íñigo
Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa,
Tania González, Luís Alegre y Eduardo
Fernández. Un común denominador: expertos en Ciencias Políticas y Filosofía.
Más del 30% de la cúpula del proyecto que se estaba gestando pasó por las aulas
de la UCM. El liderazgo de Iglesias fue incuestionable e incontestable desde su
origen; la discrepancia, era motivo de destierro de la ejecutiva de su
asociación: Contrapoder, cuyo eslogan fue defender
la alegría, organizar la rabia. Por la UCM pasaron Hugo Chávez y Evo
Morales, invitados por Contrapoder.
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Érase una vez... |
Más
tarde, llegarían los tiempos de asesoramiento a diversos gobiernos americanos
que dieron como resultado un experimento: el Socialismo del S.XXI, versión “latina”
de las recetas elaboradas en los laboratorios de la Facultad y adaptadas, con
rostro humano, a gobiernos populistas salidos de las urnas. Willy Meller, entonces
eurodiputado comunista, hizo de padrino de los jóvenes profesores. Aquellos
trabajos valieron como ensayo para el experimento español y con pingües
beneficios que sirvieron para crear La Tuerka, instrumento fundamental para
difundir la imagen del líder y avanzar en el objetivo final.
Aquel
grupo de expertos en Ciencias Políticas fue el germen de una formación que nació
y se expandió al abrigo del 15M, con intención de ser los herederos de aquellas
manos alzadas en vaivén y arrogarse la representación de un país indignado. Nace
Podemos, versión española del “Yes we can”, con la intención de convertirlo, a
continuación, en un movimiento social formado por podemistas y su guardia
pretoriana, los podemitas, con el
cometido de proteger al líder y copar las redes sociales por todos los medios
necesarios, desde lo permisible a lo delictivo. Idearon una pirámide invertida,
producto de laboratorio, basada en círculos de ciudadanos, utilizados como
coartada del discurso del vértice, que llegaron a tensionarse tanto que se
volvieron elipses, donde los
discrepantes son enviados a una esquina que no encuentran y los cargos
orgánicos rebeldes son cesados y sometidos a interminables procesos con
tendencia al infinito.
Tras
el éxito inicial de la marca, Iglesias aterriza en Bruselas como eurodiputado:
primer peldaño. Su imagen ascendió al firmamento de las estrellas mediáticas; su
rostro, en prime-time, competía con un Barça-Madrid. Los medios lo adularon y
él desplegó sus mejores armas de
seducción. Que apareciese el reverso de la moneda era inevitable y al tiempo
que coleguita enrollado, sus pestañas
destilaban su carácter y los gestos delataban a un personaje que, más allá del
postureo, carecía de cintura política, con dosis considerables de
intransigencia e incapaz de dialogar desde un plano de igualdad. Se puso de
manifiesto su voracidad por el espectro político de la izquierda, sin hacer
rehenes. Supeditó las ideas al servicio de los objetivos y los compañeros de
viaje son utilizados como chalecos antibalas.
Sin
el menor sonrojo viaja por el espectro político, de comunista convencido a socialista
del siglo XXII. Tras el éxito de engullir a IU, engañando a Garzón con la
coletilla de “no hay quinto malo”, se vuelve socialdemócrata, colega de Marx,
Engels o Mahatma Gandhi, rozando el esperpento. Si se ponen a tiro los
demócratas liberales, le servirían de postre. Se ha vuelto un broker del Catch all party. Asoman tics preocupantes, unas veces apelando a
jueces fieles a nuevos tiempos y otras deslizando veladamente la intervención
de los medios de comunicación. La indefinición lo define, Iglesias no es de
derechas, ni siquiera de izquierdas, Pablo es Pablista en un país tensionado
hasta límites desconocidos desde hace tiempo, donde la ira y la indignidad se
han instalado en las redes sociales y discrepar es un peligro latente ante los
de siempre y los de ahora.
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Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa... Eduardo Fernández. El experimento de la Complutense |
Y
llegó el 20D con el rotundo éxito de Podemos, respaldado por más de 5 millones
de votos y a pocas leguas de su gran rival, un PSOE noqueado, desnortado y con
el liderazgo repartido en baronías. La sonrisa asomó al rostro de Pablo
Iglesias en aquella rueda de prensa, tras los resultados. Intuimos que era
parcial, el asalto al cielo no se
cumplió. Tras meses de maniobras de distracción, diciendo unas cosas y haciendo
las contrarias, dos gestos quedarán en la historia de su paso por el Parlamento:
la cal arrojada al rostro de sus socios “de boquilla” y un piquito ante las
cámaras. Su programa no era el protagonista. El esperpento apareció en forma de
fuga despavorida de aquella mesa de diálogo para ir a su sede y sellar la ruptura de una
negociación que nunca quiso abrir. Marca
estilo con las purgas en su partido. El dedo inquisidor del líder cesa a su
número tres y coloca en su puesto a un reeducado Echenique, al que había
derrotado en unas primarias, con sabor a terciarias. Todo un aviso a navegantes.
Los sordos nos
llevan a nuevas elecciones y los ciegos dan golpes a las aceras en búsqueda de
una orilla. Meses
perdidos con cargo a los ciudadanos... Vuelven los mismos con discursos caducos
pero con ligeras variantes. Pablo instala la sonrisa en los labios y en su
eslogan; el delirio aparece cuando del juego de Tronos pasa al de Patriotas a
tiempo parcial.
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Círculos en búsqueda de su esquina. |
Demasiados
patrioteros ha tenido este país como para añadir otros de nuevo cuño... Mucho
tiempo ha pasado desde que los grises veían mi trasero, algunos menos desde que
unos pijos del Barrio de Salamanca insistían en venderme una banderita
española. Ni compro banderas, ni me asustan los trolls amenazantes en red,
hooligans de medio pelo, sin más recursos que la estupidez. Que se manden a
mudar, como dicen los canarios. El día 26 depositaremos nuestro poder notarial
en urna de cristal. No podemos retroceder en el tiempo y modificar aquella pseudotransición.
Nos queda esta democracia imperfecta que nos habla del voto libre y secreto. Permanezcamos
atentos no vaya a ser que, en secreto, deje de ser libre.
Publicado en Nueva Tribuna el 13 de Junio de 2016
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Moncho Rouco Arquitecto Técnico |