MATAR A UN RUISEÑOR
Publicado el 11 de noviembre de 2016 en Nueva Tribuna
Publicado el 16 de noviembre de 2016 en La Opinión de Tenerife
Moncho Rouco
El odio, la ira, la xenofobia, han llamado a las puertas
del despacho oval. El Imperio se ha partido en tres: demócratas, republicanos y
“me la suda”. Siempre estuvo latente el carácter intransigente de la América profunda,
esa inmensa franja que separa las dos costas, último reducto de la razón. Un
país fragmentado en deriva hacia la esquizofrenia social. Es necesario
retroceder en el tiempo, a los años 30 del siglo pasado, para encontrar
semejanzas entre lo acontecido en estas pasadas elecciones, donde un quince por
ciento de la población acaba de elegir a
un paranoico, misógino y con tintes fascistoides. El resto del mundo se somete
al silencio de los cobardes, con el predicamento de que “no va a cumplir lo que
dijo en campaña…”. Nos hemos olvidado muy pronto de Adolf Hitler a quien mandatarios europeos, dejaron pasar, entre el
mal olor de la podredumbre y el mirar para otro lado, con la misma creencia:”no
cumplirá lo que dice”. El mundo en aquellos tiempos transitaba por abismos, con
la intransigencia provocando un vértigo que causó más de 50 millones de
muertos.
Los pueblos que ignoran la historia están condenados a repetirla. |
Un esperpento salido de los realities de televisión,
fracasado en los negocios, evasor de impuestos; un personaje clave para poder
entender el nivel cultural del americano medio, al que le preguntas donde está
España y se pone a buscar por el Caribe. Es aterrador pensar que este individuo
tenga a su lado el maletín de la muerte que puede hacer desaparecer veinte
veces a la Tierra. Un terror incrementado por la existencia, al otro lado del
telón, de un tal Putin I, capaz de cercenar vidas sin el menor preámbulo.
Resulta cómico, si no fuese trágico, que la América
profunda reclame limpieza étnica. ¿Cómo pretenden, estos analfabetos, expulsar
a los emigrantes, cuando los EEUU son la esencia de la inmigración? Sois
irlandeses, ingleses, alemanes, italianos, griegos, esclavos negros liberados,
o casi, polacos, rusos, holandeses, latinos en general… Si algún día se escucha
en vuestras calles y plazas el grito de ¡Yankees, go home!, deberíais abandonar
el país que acogió a vuestros antepasados y dejar las praderas a los arapajoes,
apaches, siouxs, cheyenes, wichitas, cherokees… a los que habéis llevado al
exterminio, salvo algunas reservas y el Museo de los Indios, en Nueva York.
Fuisteis los Pizarro del siglo XIX, no convirtáis vuestro país en el Gulag del
siglo XXI.
Al tiempo, una Europa desnortada, insignificante en el
mapa geoestratégico mundial, se revuelve entre gobiernos neocon, socialismos en
huida libre y el resurgimiento de dirigentes fascistas y xenófobos, candidatos
a todo, aspirantes a la nada. De Bélgica a Austria, de Francia a Alemania, por
no mencionar los antiguos países componentes de aquel telón de acero, en
búsqueda de identidades perdidas, al tiempo que blindan sus fronteras con
concertinas Made in Spain. Bien haría la vieja Europa en blindarse, con
urgencia, tras una política de defensa común y un resurgimiento de los valores
democráticos, ahora encerrados en oscuros despachos, mientras los gritos
procedentes del Mediterráneo son silenciados en 140 caracteres. Esas víctimas
inocentes nos serán reembolsadas por multiplicado y con el sello de la
indignidad. Gritos de silencio ahogados entre conciencias vergonzantes. No es
necesario mirar al payaso yankee. Aquí, entre nosotros, el circo ya está en
marcha y las fieras caminan sueltas por las orillas.
Nadie vendrá a salvarte Europa, eres prescindible, ya has
sido tablero de muerte en dos ocasiones; a nadie le importará que el continente
desaparezca entre tinieblas. Creías vivir confortablemente a caballo del eje
norte/sur. Has perdido el rumbo, el planeta ha desplazado su eje al Pacífico.
Nadie precisa ya hacer escala en Bruselas para llegar a Moscú. Ahora se citan
en Shanghái, que para más coña, es comunista.
Moncho Rouco Arquitecto Técnico |
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