Estado de excepción
democrática.
Moncho Rouco
"Nos quieren
tristes, no les daremos ese placer", ha asegurado el concejal Guillermo
Zapata, tras conocer que se sentará en el banquillo de los acusados por un tuit
que escribió en 2011, tras haber admitido a trámite la Sala de lo Penal, el recurso de Dignidad y Justicia y Manos Limpias
contra la decisión de archivo del juez Pedraz. La decisión es adoptada por
Enrique López y Concepción Espejel, dos jueces próximos al PP y sobradamente conocidos
por sus aberraciones jurídicas. El voto particular que emite el juez De Prada,
al no apreciar delito, es demoledor y pone en evidencia a sus colegas y al
descubierto las sucias maniobras políticas, orquestadas desde la planta primera
de Génova, territorio Aguirre, que no está dispuesta a soltar la pieza. La
fiscalía no está de acuerdo y, ni
siquiera la supuesta víctima del chiste, Irene Villa.
Sucesos como estos nos
recuerdan que los actos jurídicos no siempre están sujetos a fundamentos
legales. Se retuerce el derecho hasta límites insoportables para ajustarlo a
intereses políticos, en su acoso y derribo del adversario, sin reparar en el
daño al que se ven sometidas las instituciones.
El Estado de derecho en
entredicho. Hace tiempo que estamos sufriendo un Estado de excepción
democrática. Somos víctimas de una mordaza en forma de Ley, al no soportar el
gobierno la discrepancia. Somos rehenes de unos Tribunales, en forma “de parte”,
sometidos a cuotas de poder. Llevamos meses soportando un gobierno en funciones
de desgobierno, atrincherado en los ministerios, a la espera del teléfono rojo
de Moncloa y los pasos a seguir. Un Ejecutivo en rebeldía parlamentaria,
tomando decisiones ilegales. La soledad es la evidencia del fracaso de un
gobierno endogámico, alimentado por millones de votantes, corresponsables de
las prácticas corruptas que atenazan a un partido acusado, al menos, de
financiación ilegal.
Cuando creíamos que nada
podía empeorar, asistimos perplejos a las grabaciones de una conspiración entre
el Ministro del Interior y el ya cesado Director de la Oficina Antifraude de
Catalunya. Un ministro conspiranoico, con gestos fascistoides. Utiliza
torticeramente a los servicios de Información, sometiendo a los cuerpos
policiales a luchas intestinas.
Aconsejaría a aquellos
que cuidamos las arrugas del tiempo en nuestra piel, que retrocedamos en la
memoria, a otro ya pretérito, y compartan esta reflexión: todo indica que
asistimos al retorno de aquella funesta “Brigada Político-Social” al servicio de
los de siempre, aunque es posible que, de alguna manera, nunca se fuera del
todo. Todo indica que reaparece el TOP (Tribunal de Orden Público), con maneras
del siglo XXI y objetivos de mediados del siglo pasado, al uso de aquella Ley de vagos y maleantes. Todo ello, como
apoyo de aquellos que se sienten respaldados por votos, que no son avales, y
que no están dispuestos a marcharse, ni a asumir responsabilidades, con la
inestimable ayuda de los medios de comunicación centrifugando la mentira y esparciendo la confusión.
Nos roban la memoria y
nos regalan el olvido ¡NO EN MI NOMBRE…!
Publicado en Nueva Tribuna el 11 de Julio de 2017
Moncho Rouco Escritor y articulista |
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