jueves, 16 de noviembre de 2017

O voto do lixo
Moncho Rouco
 
Aldeas abandonadas. Sin papeles.
¿Te llevará la cobardía del imperfecto a escribir cartas de amor a tu amada Galicia una vez muerto el Doctor Juvenal? No seas hipócrita, Ariza, y deja de hacer el Florentino. Tu amada precisa que la liberes de las cadenas feudales que la oprimen. En tiempos de cólera sólo los patriotas modifican el curso de los ríos atrapados en el pantano de la intriga. El añorado Gabo dio salida a sus miedos íntimos visitando la privacidad de sus progenitores al reflejarlos en un relato de amor en tiempo diferido, con la nostalgia como futuro imperfecto. Disfrutemos de la literatura del genio de Aracataca, pero no repitamos la Historia.

Galicia transcurre entre avatares que dificultan el mantenimiento de su línea de flotación por debajo del nivel de cubierta. Somos espectadores, en primera fila, del rumbo marcado por grumetes en labores de capitán, que nos llevan al epicentro de la tormenta perfecta, de donde no seremos capaces más que de girar sobre nosotros mismos, mientras el país se hunde en las profundidades abisales, en una deriva de regreso al pasado con efectos catastróficos. Los alquimistas expertos en retorcer las estadísticas oficiales y cubrir de espejos curvos la sala de los horrores, se han puesto en acción. Cualquier parecido con la realidad es mera equivocación. No están dispuestos a retirar la venda de los ojos: en el mundo de los ciegos, el tuerto miente.

No pretendo apabullar con miles de datos que contradigan a los trovadores cortesanos. Sería entrar en su juego y enmascarar la verdad entre un mundo de cifras distorsionadas. Miren a su alrededor y observen la realidad de su entorno,  interioricen al paisaje y al paisanaje y denle sentido al rictus reinante. Comienzan las maniobras orquestales del poder establecido mostrando estadísticas de un líder muriendo de éxito en auxilio de sus paisanos al borde del colapso. Nos venden empleo masivo donde sólo hay reparto de la miseria. Nos muestran  una demografía en crecimiento cuando nuestra deriva vegetativa nos lleva a un país de viejos sin reposición. Nos venden sanidad en papel couché cuando debían sonrojarse ante la privatización de la salud y la socialización de la penuria sanitaria. El Sovaldi cotiza a la baja en los despachos encausados. 

En tiempos de cólera se deben asumir responsabilidades y dejar para otro momento alternativas pintorescas, por muy coherentes que parezcan, cuando no suponen más que la atomización de las alternativas reales al poder establecido. Descartada la alternativa a la alternativa, convendría aunar esfuerzos para saltar la barrera del 5% de los votos necesarios y evitar que las voluntades singulares se conviertan en basura extraparlamentaria.


“... Es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites”


Publicado el 11 de Septiembre de 2016 en Nueva Tribuna 

*Moncho Rouco
Arquitecto Técnico. Escritor y Articulista.

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