jueves, 9 de julio de 2015

Caronte, el barquero…
 

La Encíclica, Laudato si, del Papa Francisco, pone de relieve el rotundo cambio que ha supuesto que el cardenal Bergoglio sea, ahora, el Pedro del siglo XXI. Los sectores más conservadores de la sociedad occidental están muy preocupados por el contenido netamente ecologista de la mencionada encíclica. No existe vuelo papal sin declaraciones rompedoras, llenas de un sentido crítico y ético, impropio de la anquilosada Iglesia Católica. "El infierno no existe y Adán y Eva es un cuento” declaraciones realizadas por el Papa Francisco que causaron gran revuelo en las redes sociales e incomodaron al sector más ortodoxo de la iglesia. “Al igual que la fábula de Adán y Eva, vemos al infierno como un recurso literario”. Declaraciones matizadas en medios oficiales del Vaticano. Antes de que sea un recurso literario he decidido hacer una visita al infierno.  

Caronte, el barquero

Comienzo el viaje al averno de la mano de Dante Alighieri y su admirado maestro Virgilio. Llegamos a las puertas del infierno donde una inscripción alerta: “Abandonad toda esperanza todos los que entréis aquí”. A pesar de mi agnosticismo, un sudor frio se instala en mis sienes. Franqueada la puerta, Caronte, el barquero nos aguarda. Dos monedas de plata sobre mis ojos, cual Aquiles, le convencen y nos traslada al otro lado. Un resplandor me ciega, un hedor a miseria humana me repele, en breve distingo un inmenso cono invertido, fraccionado en nueve círculos decrecientes, y en su vértice Lucifer.
 El primer círculo, El limbo, aquí habitan los entes “no afiliados” a la iglesia y sin antecedentes penales. La Lujuria, el segundo círculo, me sorprende encontrar a Aquiles, pero no a los pijos horteras cubiertos con firmas de marca falsa, como condena eterna. El tercer círculo, La Gula, restos grasos y bacanales cirróticas pasadas. La Avaricia, el cuarto círculo, aquí giran contracorriente los ¿Por qué derrochas? contra los ¿Por qué acaparas? El quinto círculo, Ira y Pereza, los iracundos se pelean entre ellos, se despedazan con furia, ante la mirada vidriosa de los perezosos que habitan en el lodazal.

El Infierno de Botticelli

 En los cuatro últimos círculos habitan las bajezas en su forma más ruin, la degradación del ser humano. La Herejía, en el Sexto círculo, los epicúreos, quienes negamos la inmortalidad del alma. Violentos en el séptimo círculo, con tres anillos, en los dos primeros, los suicidas y violentos; en el exterior, compuesto por usureros, sodomitas y blasfemos. El fraude, octavo círculo, con diez recintos, de proxenetas a aduladores; de falsos profetas a políticos corruptos; de ladrones a hipócritas. Traición, el noveno círculo, varias rondas diferencian a los traidores según sean a la familia, comunidad o al huésped. Esquivando a Satanás conseguimos atravesar el vértice y del centro de la tierra emerger por el hemisferio opuesto. Yo me bajo en esta parada, mientras Dante y Virgilio continúan viaje al Purgatorio y así completar La Divina Comedia.
La humanidad parece galopar enloquecida a ocupar los distintos escalones infernales. Que cada cual realice su propia reflexión. Por mi parte, tengo identificado mi círculo con vistas al centro de la tierra.
A veces la vida nos pone a prueba y se presentan ocasiones en las que es preciso ver sin mirar a quien te mira sin verte. Es la mirada interior, el arte de imaginar, de anticipar sucesos. Es un concepto abstracto que define al ser humano como exponente máximo de la evolución. La Sabiduría o la habilidad de sumar inteligencia, lógica y experiencia, facultades inherentes al ser humano.

 
Moncho Rouco
 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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