lunes, 22 de junio de 2015

Danzad, danzad, malditos

                                                           Danzad, danzad, malditos
 
Quizás la sabiduría sean las arrugas del tiempo.
Algunos de los que habitamos en el ático de la vida miramos con preocupación lo que está ocurriendo
 *Moncho Rouco
Entre  los  emails que recibo uno muy singular me llamó la atención,  una Oferta de Trabajo: ELECNOR S.A. precisa becario Ingeniero de parques eólicos. Se requiere: Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Grado en Ingeniería de la construcción o en Ingeniería Civil.  Cornellá, Barcelona, Salario: 450 Euros brutos/mes en jornada completa. Por debajo de 2,50 Euros/hora.
 
Oferta laboral.
 ¿Recuerdan la película americana They Shoot Horses, Don't They? dirigida por Sydney Pollack el año 1969 y protagonizada por Jane Fonda, entre otros actores? Quizás la recuerden con el  título en español, Danzad, danzad malditos. Conociendo el título original Ellos disparan a los caballos, ¿No? les resumo la trama y así podrán comprender el cambio: Estados Unidos en plena época de la Gran Depresión y un ambiente de terrible miseria. Gentes desesperadas, de toda edad y condición, se apuntan a una maratón de baile con la esperanza de ganar el premio de 1500 dólares de plata y encontrar un sitio donde dormir y comer. Mientras los danzantes  fuerzan los límites de su resistencia física, una multitud morbosa se divierte contemplando su sufrimiento durante días.
 
Por favor, cierren los ojos y trasladen ese escenario de película a uno real, actual y cercano. Exactamente, abran ya los ojos: nos encontramos a comienzos del siglo XXI, en la España de la Gran Depresión económica y social -nunca en la historia de este país se había caído tanto y tan bajo en tan corto tiempo-. Cuando esta nación de naciones emergió de la noche de los tiempos oscuros de la dictadura, nos prometieron una transición hacia un “Sangrilá” llamado Europa. Incluso nos permitieron navegar entre nubes de algodón, en forma estado del bienestar. Durante unas décadas creímos ser pasajeros de un crucero con derecho a vivir, con la ilusión de un horizonte con vistas a un futuro con futuro.  Pasado ese tiempo de ilusiones y esperanzas, apareció Doña Troika y sacándonos la venda de los ojos quedamos enfrentados a la realidad.  Llegados a Europa y al saludarles, nos responden ¡Hello, pigs!, atónitos miramos atrás, quizás se refieran a los portugueses, no, los portugueses también. No salimos del asombro, reclamamos a nuestros gobernantes amparo y , sin más, nos dicen que “hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades”, que el “estado del bienestar” no es un derecho, es una pantomima, sombras chinescas formadas en los años 80 para hacer creíble “una transición a ninguna parte” y asumida por 40 millones de alegres ilusos. ¿Acaso los caballos cabalgan sobre los jinetes…?
 
Una gran pista de baile con miles, cientos de miles, millones de parejas dispuestas a bailar  más allá de sus fuerzas por conseguir un premio. Llevamos 22 meses bailando. Una ministra con peineta del Rocío deambula entre los zombis, marcando una cruz en aquellas parejas que lograron su premio -contrato por horas, dos parados menos-. Incluso algunas han sido marcadas una docena de veces en este tiempo -contrato por horas, dos parados menos-. Al tiempo, un público enfervorizado jalea a los danzantes. Son las clases adineradas, los grandes triunfadores de esta época de miseria, protagonistas del milagro económico anunciado a costa de  millones de españoles marcados por la pobreza. ¡Danzad, danzad malditos! jalean los privilegiados.
 

Mientras esto ocurre, en las aulas, la ley Wert pretende enseñar conceptos tales como que “valores” son la cotización de las  acciones en bolsa y que Ética, sólo es el masculino de Ática. Pretenden suprimir la memoria, así no les culparemos por sus hechos. Emilio Lledó nos ilumina un camino que otros tratan de ocultar. En la mente, José Luís Sampedro, Stephane Hessel y tantos otros. Quizás la sabiduría sean las arrugas del tiempo. Por ello precisamos exprimir el poder hasta que recobre la inteligencia. Hemos perdido varias generaciones, todo parece indicar que carecemos de un gen llamado ética y que la paciencia  ha pasado a ser una forma de vida. La indecencia y la codicia política son el germen de la corrupción económica y la miseria intelectual.

Hay indicios esperanzadores en la línea del amanecer, algunos rayos dejan entrever que llega un tiempo nuevo. El pasado día 24 de mayo, una lluvia limpia y fina ha comenzado a cala la piel de este país. Nada volverá a ser igual, aunque la templanza sea difícil de ensayar. Algunos de los que habitamos en el ático de la vida miramos con preocupación lo que está ocurriendo. No hagan caso de los ecos… aquí, en lo alto, cohabitan la avaricia con el colesterol, la soberbia con la hipertensión y la envidia por lo que ya pasó. Aquellos del 68 son los neocon del siglo XXI. La sabiduría sigue siendo un bien escaso. Quizás sea posible albergar la esperanza de un futuro donde el individuo, como ser primordial, sea el protagonista. Así lo exigimos los moradores de las alturas que reconocemos la diferencia entre la estulticia y la pericia.
*Moncho Rouco
 

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