Danzad, danzad, malditos
Quizás la sabiduría
sean las arrugas del tiempo.
Algunos de los
que habitamos en el ático de la vida miramos con preocupación lo que está
ocurriendo
Entre los
emails que recibo uno muy singular me llamó la atención, una Oferta de Trabajo: ELECNOR S.A. precisa
becario Ingeniero de parques eólicos. Se requiere: Ingeniero de Caminos,
Canales y Puertos, Grado en Ingeniería de la construcción o en Ingeniería
Civil. Cornellá, Barcelona, Salario: 450 Euros brutos/mes en jornada
completa. Por debajo de 2,50 Euros/hora.
Oferta laboral. |
Por
favor, cierren los ojos y trasladen ese escenario de película a uno real,
actual y cercano. Exactamente, abran ya los ojos: nos encontramos a comienzos
del siglo XXI, en la España de la Gran Depresión económica y social -nunca en
la historia de este país se había caído tanto y tan bajo en tan corto tiempo-. Cuando
esta nación de naciones emergió de la noche de los tiempos oscuros de la
dictadura, nos prometieron una transición hacia un “Sangrilá” llamado Europa.
Incluso nos permitieron navegar entre nubes de algodón, en forma estado del
bienestar. Durante unas décadas creímos ser pasajeros de un crucero con derecho
a vivir, con la ilusión de un horizonte con vistas a un futuro con futuro. Pasado ese tiempo de ilusiones y esperanzas,
apareció Doña Troika y sacándonos la venda de los ojos quedamos enfrentados a
la realidad. Llegados a Europa y al
saludarles, nos responden ¡Hello, pigs!, atónitos miramos atrás, quizás se
refieran a los portugueses, no, los portugueses también. No salimos del asombro,
reclamamos a nuestros gobernantes amparo y , sin más, nos dicen que “hemos
estado viviendo por encima de nuestras posibilidades”, que el “estado del
bienestar” no es un derecho, es una pantomima, sombras chinescas formadas en
los años 80 para hacer creíble “una transición a ninguna parte” y asumida por
40 millones de alegres ilusos. ¿Acaso los caballos cabalgan sobre los jinetes…?
Una
gran pista de baile con miles, cientos de miles, millones de parejas dispuestas
a bailar más allá de sus fuerzas por
conseguir un premio. Llevamos 22 meses bailando. Una ministra con peineta del
Rocío deambula entre los zombis, marcando una cruz en aquellas parejas que lograron
su premio -contrato por horas, dos parados menos-. Incluso algunas han sido
marcadas una docena de veces en este tiempo -contrato por horas, dos parados
menos-. Al tiempo, un público enfervorizado jalea a los danzantes. Son las
clases adineradas, los grandes triunfadores de esta época de miseria, protagonistas
del milagro económico anunciado a costa de
millones de españoles marcados por la pobreza. ¡Danzad, danzad malditos!
jalean los privilegiados.
Mientras esto ocurre, en las aulas, la ley Wert pretende enseñar conceptos tales como que “valores” son la cotización de las acciones en bolsa y que Ética, sólo es el masculino de Ática. Pretenden suprimir la memoria, así no les culparemos por sus hechos. Emilio Lledó nos ilumina un camino que otros tratan de ocultar. En la mente, José Luís Sampedro, Stephane Hessel y tantos otros. Quizás la sabiduría sean las arrugas del tiempo. Por ello precisamos exprimir el poder hasta que recobre la inteligencia. Hemos perdido varias generaciones, todo parece indicar que carecemos de un gen llamado ética y que la paciencia ha pasado a ser una forma de vida. La indecencia y la codicia política son el germen de la corrupción económica y la miseria intelectual.
Hay indicios esperanzadores en la línea del amanecer, algunos rayos dejan entrever que llega un tiempo nuevo. El pasado día 24 de mayo, una lluvia limpia y fina ha comenzado a cala la piel de este país. Nada volverá a ser igual, aunque la templanza sea difícil de ensayar. Algunos de los que habitamos en el ático de la vida miramos con preocupación lo que está ocurriendo. No hagan caso de los ecos… aquí, en lo alto, cohabitan la avaricia con el colesterol, la soberbia con la hipertensión y la envidia por lo que ya pasó. Aquellos del 68 son los neocon del siglo XXI. La sabiduría sigue siendo un bien escaso. Quizás sea posible albergar la esperanza de un futuro donde el individuo, como ser primordial, sea el protagonista. Así lo exigimos los moradores de las alturas que reconocemos la diferencia entre la estulticia y la pericia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario