El
gran masturbador
Moncho Rouco*
No son de extrañar sus contantes alusiones sexuales, de distinta índole, incluso en sede parlamentaria. Allá cada cual con sus instintos, aunque sería de esperar una piel menos fina por parte de quien no se corta un pelo al utilizar la cal en su discurso frentista. Más de 5 millones de indignados con ansias de cambio cuyo gran hándicap es un líder que domina el discurso, pero carece de cintura política para dirigir a un país que exige cambios urgentes. Mi respeto y admiración a los componentes de los Círculos de Podemos, conozco a muchos, sus ganas de hacer, sus inquietudes, su espíritu participativo; son, en definitiva, un espacio de ideas, a veces atropelladas. Ello no afecta al discurso del líder, no está sometido a censura, la realidad cierta es que el Secretario General es inviolable y para sus fieles “intocable”.
Pablo Iglesias derrapa ante la prensa…
“…Algunos dirigentes de la izquierda fueron cómodos y se quedaron en sus siglas”, decía Pablo Iglesias, “nuestra mano sigue tendida (…) siempre he dicho que Alberto Garzón es un activo, eso sí, las siglas que las deje en la puerta al entrar”. Ahora, el Señor Iglesias guarda en el baúl estas frases, en beneficio del millón de votantes que puede sumar con una IU fagocitada y que compense, la más que previsible caída en votos de Podemos, ante una posible fragmentación de las marcas, que abandonan el barco por falta de timonel.
“…Algunos dirigentes de la izquierda fueron cómodos y se quedaron en sus siglas”, decía Pablo Iglesias, “nuestra mano sigue tendida (…) siempre he dicho que Alberto Garzón es un activo, eso sí, las siglas que las deje en la puerta al entrar”. Ahora, el Señor Iglesias guarda en el baúl estas frases, en beneficio del millón de votantes que puede sumar con una IU fagocitada y que compense, la más que previsible caída en votos de Podemos, ante una posible fragmentación de las marcas, que abandonan el barco por falta de timonel.
Ferraz: Objetivo final…
Tras más
de tres meses, parece claro que el objetivo del líder de la marca morada no era
ganar las elecciones, eso quedaría para más tarde, el verdadero objetivo era
ser la primera fuerza política de la izquierda. Un rictus de derrota personal
se reflejó en su semblante en su primera comparecencia tras los resultados
electorales. Cambió el discurso y el gesto y se cobijó en los 300 mil votos que
lo separaban de su objetivo, al que no renunciaba, al que no ha renunciado.
Tras poco más de 3 horas, luego de haber apartado a un Errejón más proclive a
discutir programas, salió disparado a su sede para preparar su coartada final: el
respaldo de las bases a su propuesta sin propuesta alternativa. Podríamos
imaginar otro escenario, por ejemplo, consultar a las bases culés: ¿quieres que
gane la liga el Madrid? Ni siquiera se tomó la molestia de aguardar la
respuesta al documento que dejó sobra aquella mesa a la que no tenía intención
de volver. No le interesaba, su hoja de
ruta está marcada. Aquel cielo que prometía
conquistar no estaba en Moncloa, simplemente, pasaba por Ferraz.
Publicado en Nueva Tribuna y El Digital de Tenerife el 24 de abril de 2016
*Moncho Rouco
Arquitecto
Técnico y columnista en varios medios de comunicación.
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