Mienten más
que hablan
Moncho Rouco*
Poco más de un mes nos separa de las próximas elecciones
generales ya que el próximo 25 de junio finalizará el tiempo de unas dolencias que
en estas fechas pre-electorales sufren todos los componentes de las candidaturas.
Presten atención a los candidatos, sufren lo que se podría denominar “rictus de
sonrisa permanente” y no son capaces de abandonar ese gesto, digan lo que digan,
el rictus no lo abandonan; puede usted darle el pésame, que sin abandonar el
gesto, le dará las gracias, la mano y si hay un niño cerca intentará tocarle el
pelo.
Esta situación no es posible mantenerla demasiado tiempo,
ese comportamiento tiene contraindicaciones, incluso severas. El candidato podría
verse afectado por parálisis facial, con lo que la sonrisa pasaría a ser
espasmo y se vería obligado a retirarse de la campaña, ya que no sería votado
ni por su mascota. También puede provocarle, muy desagradable, unos ligeros
surcos húmedos en la comisura de los labios y en lugar de empatía, consigue
rechazo. Muchos son los que lo intentan, pocos los que lo logran, por el camino
quedan candidatos silenciosos, oscurecidos por su propio rictus.
El factor adverso más frecuente que padecen muchos
candidatos y candidatas es la Halitosis Politicorum, con
diferencia la peor patología. Los científicos la definen: “La Halitosis Política -también
conocida como miento más que hablo-
es el conjunto de promesas incumplidas o imposibles que emiten en campaña
electoral candidaturas dispuestas a todo. Afecta, al menos, a uno de cada tres
aspirantes a escaño. Se
considera una afección de carácter político/social relacionado con una
disfunción entre “lo que se piensa y que se
dice”. La halitosis no es contagiosa, sólo desagradable. Es más frecuente
en aquellos equipos que pretenden ganar repitiendo
promesas que incumplieron. Sus programas fueron tirados a la papelera tras haber
tomado posesión de sus cargos, retornar a los despachos y subirse al coche
oficial –ya cansados de tanto vulgo-. Estos son los peores. Su prioridad es el
sillón y las siglas su coartada, buscando otra prórroga de cuatro años para
dejar bien arregladito su futuro.
Estas
pestilentes patologías tienen distintos niveles que, aún en grado leve, resulta
igual de dañina a la ciudadanía. Afecta en grado patético a los “recién
llegados”, a aquellas formaciones, agrupaciones, mesas, juntas, platajuntas…o
como prefieran denominarse, que ofrecen “el oro y el moro” sin saber si hay oro
y lo del moro sólo es parte del refrán -no sea que nos tilden de xenófobos-. No
son mala gente, al contrario, vienen cargados de ideas, algunas buenas, otras
mejores y otras que no se las creen “ni
jartos de grifa”. Todos hemos sido principiantes, sólo que la novatada la
pagamos individualmente, no le pasamos el recibo a la comunidad. Corcuera dijo
en su día: “los experimentos con gaseosa”;
sin pensarlo añadiríamos “sin gas por
favor”-espero que hayan captado la sutileza- .
Sólo
queda añadir una recomendación general para lo que resta de campaña:
permanezcan alerta, desconfíen de las sonrisas hieráticas, aparten a los niños
de esas manos falsamente paternales y, sobre todo, fíjense bien en la mirada
del candidato. Los hay, muchos, de buena fe y de mirada limpia, pero a estos no
les hace falta forzar la sonrisa, les sobra con la mirada. De los demás, mejor lejos,
muy lejos.
Publicado el 16 de Mayo de 2016 en Nueva Tribuna
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